La paciencia es uno de los motores fundamentales para emprender cualquier proyecto. Y es la más difícil de mantener porque siempre habrán factores negativos que tratarán de hacerte dudar de lo que estás buscando alcanzar.
No es necesario ser un guía espiritual para decirte que debes trabajarla mucho para lograr eso que deseas. En lo personal, siempre me ha costado tener paciencia. Soy de esas chicas que quieren hacer muchas cosas al mismo tiempo y tener resultados lo más pronto posible. Pero te cuento que desde hace un año, comencé a tomar un camino diferente.
Dejé de hacer tantas actividades y me concentré en realizar sólo aquellas tareas que más disfrutaba, lo cual ha llevado grandes cambios a mi estilo de vida. Al principio me preguntaba si era el camino correcto, porque no me creía que podía vivir sin hacer cosas que no me gustarán. Chocaba con la serie de principios que me grabe desde pequeña, de que debes hacer de todo, aunque no te guste. No sé en que mal momento me metí eso en la cabeza, porque me hacía vivir infeliz.
Entonces, deje de hacer cosas que no me gustaban, y aumente la dosis de actividades que me entretenían y tenían maravillada.
Después, seguí de lleno la lectura, cada vez más leía libros que decían que no tenías que ir tan rápido. Todos tenemos un reloj biológico que nos marca los mejores momentos para hacer cada cosa. Y nunca va a coincidir con todas las personas de tu alrededor.
Muchas veces he tenido que cambiar de hogar y volver a empezar de cero, pero es genial conocer a otras personas que viven distinto de lo que siempre habías conocido. He andado de aquí para allá, practicando mi paciencia en los aeropuertos, en los restaurantes, en las oficinas de gobierno (ahí se pone más en práctica) y me he dado cuenta de que es muy fácil desarrollarla.
Porque ser impaciente, es estar inconforme con lo que vives. Quieres cambiar todo, todo el tiempo, (válgase la redundancia) quieres que sea perfecto, pero ¿perfecto para quién? ¿para ti? ¿ó para los falsos principios que te creíste en algún momento que eran perfectos?
Este proceso que te cuento ha sido difícil. Puedo contártelo en tres párrafos pero me ha llevado meses entenderlo. Lo interesante de todo ello, es que vale mucho la pena, ir más despacio. Aprender a ser paciente es lo mejor que he vivido, porque lo es todo.
Todo llega cuando tiene que llegar, sólo se consistente y siempre enfocada en lo que buscas. Disfruta del proceso, porque cuando empiezas a disfrutar, los resultados comienzan a llegar.
No trates de controlar al mundo, porque nunca podrás. Mejor vive cada día y fluye con naturalidad. Lo que deseas llegará, y no tendrás que hacer nada. Y si no me crees, tendremos que tomarnos un café para contarte mis experiencias.
Lo más bonito de ser paciente, es ver como todo se va resolviendo sólo. Así me ha pasado y estoy segura que tú también puedes experimentarlo si lo deseas.
Me alegra mucho poder compartirte hoy este texto, porque sé que muchas chicas creativas que aquí me leen tienen poca paciencia y demasiadas habilidades. Mejora tus habilidades cada vez más, pero no te exijas tanto. Porque todo tiene que ser a su paso. Tampoco se trata de dejar de hacer las cosas, si no de estar feliz con lo que logras cada día.
Los procesos son hermosos, más que los resultados. ¡Crea, disfruta, fracasa y vuelve a intentarlo para tener éxito!
Eso es todo lo que yo puedo decirte sobre la paciencia, porque es de las habilidades que marcan el éxito.
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